martes, 24 de marzo de 2015

POESÍA: UNA BREVÍSIMA POÉTICA


   


Playa de Camposoto (San Fernando, Cádiz)



¿Por qué una poesía con nuevos hallazgos semánticos y desautomatizada de lastres oxidados, como escribe Vixtor Shklovski en El arte como artificio?

Porque esa poesía no emociona y suele abusar del significado sin esfuerzo por remozar el discurso poético dejándose llevar por construcciones ya lexicalizadas.Dijo Shklovski: “Un artista debe evitar los caminos trillados”.

¿Cómo se consiguen esos nuevos hallazgos que den una nueva fisonomía poética al texto?

Cada poeta busca sus recursos, suponiendo que tenga interés por hallarlos. Puede que se abandone a su estilo de siempre; estilo heredado y sin esfuerzo por renovarse en su lenguaje.

La necesidad de comunicarse (incluso a sí mismo) lleva al poeta al campo de la página a sembrar y recoger prontamente, sin pararse a pensar si no se será mejor esperar a que el lenguaje que se emplea ha de ser renovado, si ya no emociona y su escritura se ha vuelto monótona y desgastada.

En el poema del autor que figura en el apartado Poesía se intenta huir de las expresiones redichas y procura un empleo de imágenes, tan necesarias en la poesía para hacer sensoriales los conceptos.




UN CUERPO DESHABITADO



  Desocupas tu cuerpo de consumo
 dejándolo al olvido de un andén
 de los muchos silencios de la vida,
 tú, que hiciste un mercado de tus ojos,
 feria con los racimos de tus senos,
 del pubis la diana de apetitos
 y de tu cama, yunta de trabajo,
 un breve paraíso de alquiler.

 Llevabas como un terco palimpsesto
 el recuerdo sangrándote de infancia
 violada en un rincón de turbulencia
 por manos como garfios endulzados
 bajo un señuelo, fronda del engaño.

 Asumiste con férula de sino
 el pasado tal como una divisa
 en el cuello mortal de tu memoria,
 y enarbolaste a un viento de infortunio
 la sonrisa con miel profesional
 y palabras marcadas por el uso
 con disimulo de un hedor de penas,
 el abrazo de elástica costumbre,
 la exhibición artera de un tesoro
 que iba expoliando el azadón del tiempo,
 modesta fonda de aire provinciano
 para viajeros de pasión con prisa,
 peregrinos por rutas de su hastío,
 tratantes de manidas circunstancias,
 sedientos de algún ocio pasajero
 que abrevan en tus aguas de miseria
 un sorbo de volátiles respiros
 que escupen luego, ahítos de desidia
 (menos yo, que dejé sobre tu tedio,
 además del billete, unas palabras
 que te dieron calor por un instante,
 que tú quisiste retener con ruegos
 en el mudo pretil de tu mirada).

 El humo del tabaco fue aureola
 a tu heroísmo de engarzar clientes,
 y la copa, el fervor del incensario,
 mientras pensabas en tu hijo, puente
 para salvar los ríos del suicidio,
 heroína en desvanes de epopeya,
 mártir de un santoral sin bendiciones.
 carne para el festejo de un momento
 desahuciada de un techo de ilusiones...

 Hoy, que no vives en tu cuerpo y yerras
 por cielos de una ausencia indiferente,
 dejas la huella de un revés que sólo
 se entiende entre los pliegues no estudiados
 todavía de Vidas ejemplares


Premio Juan Ortiz del Barco del Círculo de Artes y Oficios (2009), editado en cuaderno por el propio Círculo.

También editado en La mar que te debo y otros poemas premiados (2011)
 
Aparecido en la Web ARENA Y CAL, revista divulgativa cultural, mayo de 2016


        


Tertulia Literaria en Madrid. Años 20

 
 ¿UNA POESÍA PURA?


La poesía pura está en el lenguaje no en el tema ni en la arbitrariedad rupturista del ritmo. Remito al lector a los tres artículos publicados con este tema en la web Arena y Cal, revista literaria digital divulgativa.




Insistamos: Poesía pura es desautomatización del lenguaje, o sea, crear, sorprender, no repetir.  No está en el tema, ya sea deleite o emoción, ya sea paisajes o recuerdos, sino que es forma, capacidad de continuar generacionalmente los esquemas literarios por medio de las variedades expresivas. Pero este anhelo de innovar en la expresión tiene un peligro: el disparate o la imagen irracional, recursos fáciles que están al alcance de los que no pueden crear imágenes sorprendentes que convenzan al lector.





Ahora bien, no es la imagen el caballo de batalla del poema. Ya Shklovski rectificó la tesis de Potebnia, que consideraba la imagen como prioritaria en el verso. Él oponía a la imagen o, quizás junto a la imagen, la desautomatización; es decir, liberar el lenguaje de lastres, de repeticiones trasnochadas que se quieren justificar con el interés del tema, pensando por ello que descubren el Mediterráneo de los recuerdos, del sentimiento o de la idea. Con esto tal vez coincida con Mallarmé: “Pinta, no la cosa, sino el efecto que produce”.





A partir de Jakobson se habla de la metapoética como objetivo inmediato del lenguaje literario en poesía, que ya sería un verdadero lenguaje poético, un idiolecto de un poeta afortunado que dé con la clave de un registro creador que deje obsoleto el lenguaje que se emplea hasta ahora para escribir poesía, una poesía endeudada con la del pasado a juzgar por su falta de frescura, o bien la obsesión de la modernidad, como si el versolibrismo antirrítmico y la imaginería seudoonírica fuesen un logro a tener en cuenta.

Hemos de considerar por ello que las tentativas de renovación poética, lejos de cualquier despropósito aventurista, está en el lenguaje poético, la capacidad de liberarse del pasado sin abominar de él, sino transformándolo haciendo un uso convincente de su herencia. Como he dicho en otras ocasiones, cito al músico veneciano Antonio Vivaldi: “Reformar y sorprender”.



 De El lenguaje transfigurador (2009)

                              

















              



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