lunes, 23 de marzo de 2015

POESÍA SOCIAL









San Fernando -Cádiz-, calle Real, tramo céntrico






 EXILIO  DESDE LA INTIMIDAD


Ayer no le encontraba razón a esta llovizna
que encajonan las calles con un rumor confuso.
Su turbio navegar, sus rápidos meandros
ayer me parecieron multitudes vacías.


Pero hoy todo es distinto. Ver llover significa
contemplar cómo caen los sueños inservibles,
desplomarse las torres del  yo, pisar escombros
de grandezas pretéritas, y las voraces lenguas
de las corrientes de agua se llevan murmurando
los gastados residuos de mis cavilaciones.

Al escampar, las calles se sienten invadidas
precipitadamente de su esencia: la gente.
Abandono mi antiguo castillo, ya en ruinas.
Toco la muchedumbre, me confundo con ella
y respiro su don comunitario.

       De Rumor de la esperanza (2001)






Esquina del Gordo, izquierda (San Fernando-Cádiz-)


ÓLEO DE BARRIO

Sale enero a tomar el sol. La calle
por donde antes pasara el mediodía
llorando, se ha secado. Suenan gritos
de niños, como piedras que cayeran
dentro de un pozo. Ladra un perro y cruza
un sol enfermo por las azoteas.
Abajo, como siempre, el cierro donde
hilvana su nostalgia la soltera
(«el pretendiente aquel que era bajito,
pero amable, Dios sabe a quién corteja»...)
Cotidiana, invernal fuga del tiempo
en la pasividad de la alhucema.
Las cinco de la tarde. Se levanta
un vientecillo sobre las almenas
donde lloran las sábanas con sordos
rumores el blancor de su pureza.
Desde las azoteas se ve el pueblo
tendido en la quietud de la marea
que le da un verde abrazo y la clausura :
geografía celosa y centinela
¿de qué ?,¿de sus salinas, sus esteros,
su puente, sus acacias, sus palmeras,
su paraíso de dormido tiempo,
retiro luminoso de la tierra ?

          De Tierra escondida (1972)






VERSO CLANDESTINO

Buenos días, nobles conciudadanos,
no receléis jamás
de este verso que sube silencioso
por las paredes grises
de mi pecho en ruinas,
igual que trepa
la salamandra tímida
por el muro con sol benigno del invierno.

Dejad que salga
de su madriguera
de miedo y de preguntas
mi verso cauteloso,
igual que un niño huérfano
que lloriquea al pie de su cruz de nublado desamparo.

Dejad que el verso mío
salga como ese sol de entre nubes plomizas
que cierran con tenazas de cirros enlutados
su deseo de arder y repartir calor acariciante,
como un rico increíble
que se volviera loco
de humanidad, de abrazos salpicada.
No ponedle mordaza
a este verso prohibido,
sino dejadle solo,
que aprenda a recibir codazos y empujones;
dejad que el verso crezca como un árbol sediento
de lluvias y de brisas;
o, lo mismo que un río
que hermana a los meandros,
que agrupa a los afluentes como una gran familia de rumor y reflejos.

Viejos vecinos y conciudadanos, 
                               ¿qué os importa
que un verso se asome como un náufrago cansado
a esta playa tan sola que es mi lengua
                                        para morir ahíto
de estos mares crueles que están zarandeando su jarcia de belleza,
sus mástiles erguidos de preguntas?


De Memorial para el viento de levante (1995)




 


Compuerta de estero (San Fernando-Cádiz-)

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