lunes, 23 de marzo de 2015

POESÍA CULTURALISTA



POEMAS CULTURALISTAS
 





Hegesias, filósofo de la escuela cirenaica, derivó desde el hedonismo hacia un pesimismo extremo. A Hegesias lo llamaban
"El Predicador de la Muerte". Exhortaba a los hombres al suicidio y fue por eso encerrado en la cárcel por Ptolomeo Lago. Escribió Sobre el suicidio por el ayuno.
              


Yo sé que estoy por un azar aquí,
pues me parió la tierra irresponsable.
Vivir —sabéis— no es un oficio amable,
ni un don como se dice por ahí.

Hay que echar mano de ilusiones y
olvidar lo crüel e inexplicable.
Pero el dolor es siempre insobornable,
y el gozo, fugitivo y baladí.

Nada endulza el sabor de la experiencia.
En su balance, amarga es la existencia
y un ¿para qué? le pone broche y cierra.

Mas, menos mal que tiene fin la historia,
y el Tiempo ha de comerse la memoria...
La memoria terrible de la Tierra.


De Viaje a los silencios sin retorno (2010)



RUTEBEUF

"No sé por dónde comenzar, tan abundante
tengo la materia para hablar de mi pobreza..."
 

RUTEBEUF: Dicho de la pobreza de Rutebeuf.
 

Heraldo y pregonera de mi llanto,
lágrima mía, escarcha de tristeza,
moneda mía única, oxidada
que saco del hondón de mi penuria,
del fondo de un bolsillo de mi pena.

Cuando llueves fluvial por mi mejilla
le pido a Dios que seas manso arroyo,
pequeña urna del sol, vidrioso estuche
donde va un historial desposeído
que disimula un triste contrabando
y se guarda el lamento tras los dientes,
reja y prisión de gritos y verdades.

Lágrima mía, débil patrimonio,
riqueza personal e intransferible,
agua de un manadero de vergüenza,
un vergonzoso y clandestino río,
diminuta tormenta que me azota
en mi islote de yermo y soledades,
enamorada esposa, fiel amigo.

Sirve de estrella a reyes y poetas
e indícales que nada hay tan privado,
tan sincero quizás, tan perdurable
como tú, lenta lágrima elocuente,
desnuda identidad, frágil sustancia
que en la piel pone rúbrica nerviosa
y apresurada de lo más humano.

De Un resplandor antiguo enciende hoy mi memoria (1987)




DANTE SUEÑA CON BEATRIZ PORTINARI

                             
   "Un espíritu amante que dormía…"

                   
Dante Alighieri: Vita nuova. Cap. XXXIV


Más de una vez la he visto y la he tenido
en la confusa imprecisión de un sueño,
y he vuelto a ser su esclavo y ser su dueño,
y otra vez la he ganado y la he perdido.


Entre sombras después la he perseguido
y se ha frustrado en la ansiedad mi empeño,
y si me ha oído lamentar mi ceño,
con su aproximación me ha complacido.


En la fiebre, en la lucha, en la porfía,
en el ir y venir y en el jadeo
del cansancio esa ha sido mi alegría:

que si en la realidad no la poseo,
en la inmortalidad de mi deseo
y en lo breve de ensueño ha sido mía.


De Un resplandor antiguo enciende
hoy mi memoria
(1987)




AMOR-ODIO DEL SIGLO DE ORO

De todo estudiante de literatura es conocida la rivalidad entre estos grandes poetas españoles del Siglo Áureo. ¿Quién les iba a decir que, andando el tiempo, estarían juntos como dos gigantes de nuestras Letras en todos los estudios y antologías poéticas, tal un mano a mano de la grandeza literaria en lengua española? Que estos sonetos sirvan de humilde homenaje de quien les debe tanto por su enseñanza y deleite.




 


A su regreso a Córdoba-1626-,
Góngora se afirma en su definición del amor




La dulce boca que a gustar convida.
(Soneto 1584)


Que será boca o dádiva de fresa
goteando su aljófar confidente,
diminuto panal adolescente
que da la miel después de la promesa.

Ciruela en erupción, si no frambuesa
-vencido o roto espino resistente-;
o joyero carnal, dulce o mordiente
donde sangra rubíes quien la besa.

Que será boca o gárgola de goces
donde el labio arderá con que lo roces,
espiral de un inmóvil desenfreno.

Pero, cuando es la boca árida historia,
ese amor es rastrojo en la memoria
“y sólo del amor queda el veneno”.

De Los espejos preferidos (1999)


Durante sus últimos días, Francisco de Quevedo
medita en su Señorío de la Torre


Pasa la vida: un viejo prisionero
amargado por óxido y cadenas.
Tiene una larga cicatriz de penas
su memoria de hiel y bajo cero.

No habla de amor: se le secó el venero.
No canta: están desiertas sus verbenas.
No desea: no hay sangre ya en sus venas.
No llora: ríe de su desespero.

Es como un monumento de experiencia
para todo el que llega y la visita.
Pero no queda nadie escarmentado.

Que a pesar de que es polvo la existencia
y toda frustración se desgañita,
"polvo será, mas polvo enamorado".

De
Los espejos preferidos (1999)




  DESPUÉS DE FALLECIDOS SU HERMANO ANTONIO
          Y SU MADRE, MANUEL MACHADO LLEGA
    A  COLLIURE  Y  MEDITA  ANTE LA TUMBA DE ANTONIO


Bajo este cielo gris, y como huidiza
esta mirada hurtándose a los datos
terribles de tu losa funeraria,
Antonio, no sé cómo me sostengo
en pie cuando me cercan como tropa
amenazante los recuerdos. 
                                              Pido
a los cielos me sea leve el trance
del asalto a la almena de mis sienes
de tantos años, tantos versos juntos
que mellizos de gozos nos hicieran
a los dos entre viejos bastidores
de teatro —“La Lola, La duquesa, Julianillo,
Mañara, Las Adelfas, La Fernanda
o bien El hombre que murió en la guerra…”-—,
las noches del Madrid que todavía
cantaba chulapón y zarzuelero,
en plática contigo y los amigos
en el Café Español, el de Varela,
la tertulia de Arranz y los ensayos
en los viejos teatros —el Princesa,
el de Reina Victoria, el Español
o La Comedia, con Ricardo Calvo,
la Xirgu, la Membrives, la Guerrero.


Después vinieron días de zozobra
y también de esperanza que cegaron,
igual que a un manantío, los violentos.

Como si recordara los embates
del oleaje en una gran tormenta,
así vino, incivil y descarnada,
la guerra que enfrentara a los hermanos.

Envuelto en una niebla disidente
te veo, Antonio, amante insobornable
de una España más justa “que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea”.*

Pero, mayor deudor de mi pasado,
vi en el retorno de las tradiciones
la quietud de aquel mar tempestuoso
(“ ¡Ay del pueblo que olvida su pasado
y se entrega a insensatos desvaríos…!“*)

Sin embargo, aquel pánico que a todos
los españoles nos zarandeaba,
me motivó a escribir versos que luego,
aclarada la niebla del espanto,
sepulté en el hondón de la memoria
como el elogio al sable del Caudillo,
que ahora en los recuerdos se me clava.

Aquel viaje a Burgos con Eulalia*
nos separó en el cuerpo para siempre…

Domado este dolor igual que un toro
rebelde que detesta la divisa,
así mi corazón acepta y muerde
el destino y su oscuro desconcierto,
que te dejo en la losa como un ramo
de mis mejores flores: mi tristeza,
que me acompaña como antaño fuimos
de verso a verso y de café a café,
enredados los dos en los asuntos
de la Talía airosa y andaluza
y en los viejos recuerdos de Sevilla
el Palacio de Dueñas, nuestro padre,
maestro que nos dio a beber la copla.


Puedo decirte lo que tú una tarde
dijiste al borde de la sepultura
en duelo silencioso a un buen amigo*
(“Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa;
larga paz a tus huesos.
                                       Definitivamente
duerme un sueño tranquilo y verdadero.”*



    Notas:

Campos de Castilla, poema CXXXV
Sonetos tradicionalistas
Su esposa
Antonio Machado y Álvarez, su padre
Campos de Castilla, poema CXXVI




De Lámparas votivas (2007)

 



Portada del libro Premios de Poesía Alcaraván





FABLA EL CABALLERO A LA MUERTE ANTES DE SU INVOLUNTARIA ENTREGA
 

                                    Se va apriessa como un sueño.

                                             Jorge Manrique

Corceles incoloros con sus bridas de anécdotas
los días, emborronan horizontes de olvido.
Monótonos jinetes de unas viejas costumbres
las horas, espolean sus menudas historias,
y el círculo del tiempo disimula sus giros
dando a sus arcaduces variedad de rumores.

Detener nuestro vuelo y asentar nuestras alas
como las mariposas sobre los girasoles.

Paladear demoras, tardanzas y abandonos
con esmero de abejas elaborando mieles.

Caminar minuciosos igual que las hormigas
merodean avaras sus densos termiteros.

Licuar nuestros instantes con el pasmo lentísimo
que hace espesa y tardía la gota de la breva.

Como si los relojes fueran precipitados
de pronto en un abismo de eterno mediodía.
Mas no basta tampoco que la tierra se pare,
arda su perihelio de gozos veraniegos,
o embellezca los yermos con invernales nieves,
dance la primavera con su coro de vírgenes,
o el otoño convierta en laúdes los álamos.


Ni el caballo enjaezado con dorados arneses
desbaratando los arabescos fingidos
del rocío en mañanas de titilantes prados
persiguiendo mesnadas del Marqués de Villena,
o entre los alborotos de los cercos de Uclés;
ni el paje con atuendos de la rica Florencia
escanciando Burdeos a prelados y damas,
donde, dulce y señero de amables artificios,
un trovador (¿de origen provenzal o romano?)
florea con preludios de música y escolios
las cuitas de Petrarca cuando a la tarde anima
un cortejo de nimbos suntuosos de Poniente
a la hora olvidada (¿por qué no si es la última?)
de austeros parteluces y de esbeltas vidrieras,
de cánticos sombríos, responsorios e incienso.

No baste que recuerde la paz del scriptorium
guardado por los gruesos, confidenciales muros
donde crece una planta de tristeza secreta
que he regado mil veces con mi propio silencio
en la ausencia oportuna de Guiomar.
                                                      No, no basta
pensarme revolviendo antiguos manuscritos,
pergeñando la esgrima, o errante por el patio,
o en un grave coloquio con mi padre, el Maestre,
mientras la amanecida incendia las almenas
y trompas y timbales pregonan la batalla.

A pesar de que invaden mi memoria los hechos,
nada llena este pozo que me cava la muerte
con su atroz picotazo de implacable cuervo.
Granada apedreada mi cabeza, sostiene
una ya frágil cristalería de afanes
que el golpe del instante postrero me hará trizas.

Como un tigre excitado mi cuerpo, manantío
de una sangre aturdida por óxidos de penas,
se adelanta al envite del cruel desenlace
y forcejea contra su red de desaliento.

No es la zarpa de un odio contra Garci-Muñoz,
sino un garfio impotente lo que extiendo al vacío
que se llena de todo mi pasado en tumulto.
Pero nada me basta, y es que ansío la vida
como una hiedra trepa por contornos inhábiles.
Vivir, vivir ahora cuando el aire se enturbia
con el humo pesado del fatal vaticinio,
ensucia y rompe mis gavillas de esperanza
y presagia epidemia de adioses en mi boca.

Mas no serán arreos ni pendones ni escudos,
ni títulos ni emblemas ni campos ni apellidos,
ni el murmullo que aventa el paso de los días,
sino estos versos míos sangrantes que en mi pecho
aldabonean fieles y finales lo mismo
que nuestros testimonios, los que en vuestras memorias
seguirán de mí hablando después de que yo habite
el espacio piadoso que me asigne la tierra.



Premio de Poesía Alcaraván 1979, editado en el volumen Los Premios Alcaraván de Poesía (1953-1996), bajo el cuidado de Antonio y Carlos Murciano. Edición del Excmo.Ayuntamiento de Arcos de la Frontera






PRÓXIMO A SU MUERTE, EL POETA JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
RECUERDA EL DESPERTAR DE SU VOCACIÓN POÉTICA


Descansa, buey echado el mar del sur,
y es tensa, azul su vibración redonda.

Como yelmos de cinc es la marisma,
soldados muertos boca arriba lucen
brillantes pechos de aluminio ardiente.

Polvorientos, se duermen los olivos 
en esta hora cenital del día,
reinado en plenitud de un sol severo.
En almohadón de una sutil calima
Moguer duerme. Los patios, en silencio.

Acaso algún canario en sombra canta,
cansino y fatigado su gorjeo.

En su fiebre de muerte, aquella niña llama:
 –“¡Platero, Platerillo, Platerucho…!”
“¿Dónde está el niño tonto con su madre
en su puerta en la calle san José,
dónde la niña tísica que espera
a la muerte y riendo, blancos dientes,
dónde Darbón disimulando el llanto
si recuerda a su niña cuando mira
al cementerio, dónde el gitanillo
que grita: “Si ese burro fuera mío…”,
y la loca Aguedilla que me trae
hasta mi puerta moras y claveles…!”


Desperdiga una brisa sus cabellos
y golpea las láminas del aire.

Los élitros son dueños de la siesta.

Todo está dentro de una red dorada,
pero mayo es doncella de hermosura
y me lleva del brazo a mi escritorio
y en él contemplo mis primeros libros,
y luego hacia el exilio me encamina
con Zenobia y los versos posteriores.

Mi soledad sonora* se agiganta.

Soy, entre piedra y cielo*, un mirlo amado.

Soy un dios deseado y deseante*

Es ya celebración todo el recuerdo.
para esta hora última y cimera: 

*"Tiene el alma un descanso de caminos 

que han llegado a su único final".



*Alusión a títulos de obras de J.R.J.  

*Versos finales del poema “Su sitio fiel”, del libro La estación total  de J.R.J.





Finalista en “Certámenes Literarios de la Universidad Popular de Alcorcón” 2004-2006, recogido en el volumen de esos años.

















































































 poema CXXXV.
*Sonetos tradicionalistas.
*Su esposa.
*Antonio Machado y Álvarez, “Demófilo”.
*Campos de Castilla, poema CXXVI.


                    De Lámparas votivas (2008)



      LA ATORMENTADA DUDA SOBRE UNA REFLEXIÓN:
       ¿O DEMÓCRITO O ANAXÁGORAS?


    Ninguno de nosotros nada sabe de nada; ni siquiera
  esto mismo de si sabemos o no sabemos, ni sabemos
  que sabemos o que no sabemos.


                 Metrodoro de Kío: Sobre la Naturaleza


Abro otra vez los ojos y los átomos caen
detrás de la ventana del pensamiento oculto.
Van cayendo los átomos como una eterna lluvia
monótona y oscura, como un plúmbeo mazazo
sobre la gran cabeza del vacío infinito.

Tiemblo al ver cómo caen estas briznas de vida
que se trenzan o agrupan con engarces fatales.
Y no hay razón que impere con su justa balanza
ni una mano benigna endereza caminos
    o entreteje el tapiz cual paciente hilandera.

Siguen, siguen cayendo impasibles los átomos.
Son los únicos dueños de todo el universo.
Urdimbres de elementos veo como en telares;
forman seres lo mismo que hábiles alfareros.
Seres que son crisálidas de otros más complicados, 
un mundo, en suma, un mundo cotidiano, mordido
como vieja manzana por los dientes del tiempo.



¿Hay una inteligencia que modela este barro
y le sella un sentido, un papel en el duro
teatro que es la vieja y maternal materia?

Tan solamente veo detrás de los cristales
de esta atroz y tenaz incertidumbre a oscuras,
como viera Demócrito, torbellino de átomos,
como viera Anaxágoras, una red bien urdida.


DE REGRESO DE TRÓADE CON LAS CENIZAS DE SU HERMANO,
EL POETA CATULO, PRÓXIMO A SU FIN, SE ESTABLECE JUNTO
                       AL LAGO GARDA


  Deja, pobre Catulo, de hacer locuras;
  Da por perdido lo que ves perdido.

                         Catulo: Poema VIII

Frente al lago mi vida es ya remanso,
mas los recuerdos llegan, se me posan
en el hombro de mi resignación,
fortalecida como un viejo yunque
donde el sordo dolor ha golpeado,
martillo tan brutal mi hermano muerto.


Con él me viene la niñez, rumores
de los días volátiles, felices
en mi casa, las huellas florecidas
por hombres que pisaron sus umbrales
(recuerdo al admirado Julio César,
pero diana de mis agrios dardos);
mis amores con Lesbia, el pajarillo
el que con llanto amortajó en sus manos
y mi locura de doncel por ella,
amor con tempestades por palabras
que encresparon las olas de mis versos
(mejores que los otros, esculpidos
en el mármol helénico, homenaje
a la moda, vasallo yo del canto
que fue torneo, afán de maestría).

¿Dónde están mis amigos de Verona
con los que fui anfitrión de tantas noches
trotadoras amores deshojando
y humedecidas con el ronco vino
que embriagaron los versos más mordientes?

Sólo me queda la memoria ruda,
casi tirana de las horas quietas,
cansadas como yo, que paz le pide,
que calma ruega al lago, amigo mudo,
y me enseñe a morir con mi silencio.


          De La arcadia de Narciso  (2008)                              
                                      



UNA VEZ ACABADO EL POEMA QUE DEDICA A QUINTO DELIO, HORACIO 
MEDITA SOBRE El TRASFONDO SUBYACENTE EN ESOS VERSOS


                            La urna da vueltas para todos.

                              Horacio: Carmina II  3


  Es cierto, Delio el miedo es como cueva oscura
                                     [y el morir, insondable precipicio.
 
 Echando la mirada atrás, ¿qué miras
                                                 [con pupilas deudoras
 de amor y placidez, sino la casa,
 amplia y suntuosa, esmeraldino bosque, rosal incandescente,
                                        [jardín como donceles y doncellas,
 ubérrima la granja que la lengua del Tíber roja lame,
 el oro que acaricias como rubia cabeza de una amada
 en el Beatus ille de un Locus amoenus?
    

       Y todo pasará a tus herederos
                                                  [como inerte el arroyo
 resbala por las peñas, y lo disiparán posiblemente
       emborronando el bienestar, las risas
                                                [de otras generaciones
tu recuerdo perdido en lejanías...

      
        Pero eso a ti no debe echarte encima
clámide de tristeza; al contrario, desnudo
de todo cuanto ata y lisonjea,
        recuerda lo que somos: un puñado de átomos,
y como busto que se cae al sucio y bajo suelo
        y hecho añicos nos duele,
un día se dispersan y vuelven otra vez al ignoto vacío.
      
       Que el olvido con niebla compasiva
no nos haga olvidar que la vida y la muerte
                                                  [son siamesas,
son anverso y reverso de esa moneda
                                              [que llamamos mundo
y es lección que jamás aprendemos, oh Delio.
       Pero para consuelo
                                        [de tanta soledad en ese instante
en que el hado nos corta las amarras
      y nos impulsa, a ciegas,
                                         [mar adentro de lo desconocido,
te diré como dijo el maestro Epicuro:


   "Mientras estamos vivos, la muerte no ha llegado;
cuando la muerte llega, ya nosotros no somos ni existimos".

                                        
                              De La arcadia de Narciso (2008)


     CLAUDIANO, AUTOR DE EPITALAMIOS, ENTRE OTRAS COMPOSICIONES,
  EXHORTA EN UNO, DEDICADO A UN AMIGO  RECIÉN CASADO, A QUE DESAFÍE
             A LA FATALIDAD  EN   ESA NUEVA VIDA QUE LE ESPERA
                  CON SU FELICIDAD  Y  SUS  INCERTIDUMBRES



       A él, ni lo zarandea lafortuna con incómodas aventuras...

                          Claudiano:Carmina minora



Fabio, nunca te inquiete la tormenta,
ni tampoco te asuste la sequía.

Guarécete en tu casa con tu esposa
y al calor de tu lar que te cobija
e hilvanas en tertulia sosegada
palabras fraternales o amatorias
como si ese momento fuese el último.


Verás amaneceres como fresas
menudeando en pórticos e impluvios
y ocasos como espigas que amontonan
su amarillez temblando con el viento.
¿Está la vida escrita? 
                                 ¿Somos manos
de una fatalidad que nos emplea
para escribir su historia?

                                       Mira arriba
las águilas, su cúspide de vuelo.

Vendrá el dolor con escondidas garras
y los malos momentos con sus hoces
decapitando torres de alborozo,
pero tú seguirás con la sonrisa
en alto como alegre gallardete.

Como Narciso, mírate en tu espejo
de las celebraciones donde fulgen
igualmente derrotas y victorias.
En ti empieza y se acaba el mundo, el tuyo.


Todo está en ti, tu ayer y tu mañana,
la palanca jovial de tus poderes
y el socavón de tus debilidades.

Pon en el vino de tu desposorio
tu propio corazón pleno y granado
de experiencias y bébete la vida
y sus enigmas en un solo trago,
pues es breve cl vivir que nos sostiene
y en orfandad de dioses transitamos,
mas por eso olvidémonos del Hades.

Besa a tu esposa, Fabio, en esta hora
en que la tarde con violados dedos
roza nubes, pinares, lejanías,
y que ese beso sea una mañana,
un ramo de ilusiones en la boca
del azar, que es amante traicionera.

Que este poema te acompañe siempre
y él te sea tu espejo emocionado.


                     De La arcadia de Narciso (2008)



  IMITACIÓN ANACREÓNTICA EN UN MANUSCRITO BIZANTINO  
      AÑADIDO A LA ANTOLOGÍA PALATINA
               DE CONSTANTINO CEFALAS



Si la vida es azar, si se aúnan los átomos
y determinan hombres que viven en la niebla
de las incertidumbres, solos bajo los astros
y dioses impasibles, ¿para qué la caverna
y las sombras? *
                               Salgamos a donde el aire brilla
lúdico y pasajero, ebrio de sol y añiles,
y admiremos no obstante, que a pesar de lo vano
que es todo lo existente, aún nos queda la risa
y esta copa de vino y este amor que me ofrecen
tus besos como boca de búcaro con fresas.


 Nota: La caverna y las sombras: alusiones a la metafísica platónica.

                        De La arcadia de Narciso (2008)




                           POEMA    X V              
                                                
                                                                        
 Mientras esté permitido, feliz en las cosas agradables.                                                                                                                                     
                                                             
                                       Horacio


          “Bebe, humano, este vino y goza de esta mesa”,
          que es verso ya trivial, pero de buen bocado,
          me ciñe por el brazo, anfitrión generoso,
          y soy de este salón privilegiado huésped
          donde una flauta anima a la melancolía,
          que el otoño incinera tras de los ventanales.
          Mas qué importa el otoño si el amor aquí es dádiva
          igual que los fruteros, que los besos, los vinos...

          El instante -ah, el instante- nos pide como un náufrago
          que retengamos todos sus anhelos de vida
          y rompamos amarras con el ayer difuso,
          y el temor de un futuro que acecha en lejanía.   

          Así que, en este islote de la plática, alcemos
          la copa de la risa y el fulgor de la idea,
          pues salimos a flote de la espesa rutina,
          y vivir es un zumo que extraemos del mundo    
          con esta inteligencia, celemín en devanes.
          Inteligencia, lámpara que el temporal agita
          en el barco del cuerpo, juego para tormentas.

        De Jardín para reposo de viandantes  (2008)



                

              

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