sábado, 21 de marzo de 2015

POESÍA: LA ESTICOMITIA Y EL ENCABALGAMIENTO

 


Se podría pensar que la esticomitia es una expresión de la voluntad de estilo de un escritor. Tampoco deja de serlo aunque se den otras razones para justificarla. Por ejemplo, el autor la puede utilizar como una sentencia más o menos lapidaria; también como un recurso retórico para fijar la atención del lector. No hace falta decir que se opone al encabalgamiento.

Se puede definir la esticomitia de la siguiente manera:



Esticomitia1: Diálogo dramático en el que los interlocutores se responden verso a verso. Una muestra de esto lo podemos observar en los parlamentos del teatro clásico francés.

Esticomitia 2: Verso en el que la unidad sintáctica coincide con la unidad métrica, sin intención alguna por parte del que escribe, o bien sujetando la unidad gramatical al esquema métrico con afán simplemente lúdico.

Sea como fuere, se trata de concentrar en una línea —en este caso un verso— un pensamiento, o el matiz de un pensamiento, o bien un ejercicio literario con miras estilísticas.


TU MANO ESTA, ALHELÍ, SOBRE LA MÍA...


Tu mano está, alhelí, sobre la mía.
Tu mano, animalito de ternura.
Tu mano, que calienta, que perdura.
Tu mano, lazo de tu cercanía.

Déjala, que es suave compañía.
Déjala, que es la puerta más segura.
Déjala, que es mi cálida espesura.
Déjala, que es compás de mi armonía.

Tu mano es mi más clara trayectoria.
Déjala y no me quites su sosiego.
Tu mano, cuenco ardiente de mi historia.

Déjala, que mantenga siempre el fuego.
Tu mano, donde entierro mi memoria.
Déjala. Te lo pido como un ciego.

De Cruel, amada vida (1986)



 
En este otro soneto se impone el encabalgamiento. Se define sencillamente como el verso en el que se inicia el encabalgamiento: es el encabalgante 
y el verso en el que continúa y acaba es el encabalgado.

Si se produce una pausa en el verso encabalgado antes de la quinta sílaba, 
el encabalgamiento es abrupto; si se produce después, sería un encabalgamiento suave. Más que la esticomitia, es este recurso el más frecuente en el verso. 



PRISIONERO ME SIENTO, PRISIONERO...


Prisionero me siento, prisionero
de tu paso elegante, de tu paso,
y acaso me resisto un poco, acaso
quiero declararme a ti, no quiero.

Espero a ver si me convenzo, espero
que este repaso de mi amor, repaso
que escaso en dudas voy haciendo, escaso,
más entero me haga, más entero.

Preso me siento de tu vida, preso,
que piensa mucho y demasiado, piensa
su cadena de amor, bella cadena;

y eso es mi vida: contemplarte, y eso,
inmensa cárcel de mi amor, inmensa;
es la pena que cumplo en ti, mi pena.


De El río que no vuelve ni se para (2000)
     
 

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