Sobre qué pueda ser la poesía pura, conocemos los orígenes de la inquietud por la poesía pura. Ya el adjetivo en sí requiere una explicación de lo que se ha de entender con ese término. La lógica tendría aquí un trabajo sumamente laborioso. Semánticamente no es posible, de momento, definir o delimitar la aplicación a la poesía de un calificativo tan polémico por lo que tiene de restricción de cara al significado amplio que imponen los muchos idiolectos de determinados autores y tendencias literarias.
Desde sus padres remotos tales como Baudelaire, Poe o Bradley, y continuando luego con Valery —con los antecedentes de los simbolistas, especialmente a Mallarmé—, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y León Felipe, la poesía contaminada de aquello que se oponga a su pretendida denominación, presenta dificultades difíciles de sortear. ¿Qué poeta se atreve a proclamar la pureza de la poesía?
Echemos la ojeada a algunas tentativas de definición:
-Preponderancia musical en el lenguaje poético en sus teóricos originarios: Baudelaire, Poe... (Sobre Baudelaire, más adelante.)
-Para A. C. Bradley la poesía pura consiste en la perfecta fusión de fondo y forma.
-Para Henrik Johan Ibsen la belleza, que pudiera ser aquí la poesía, es el acuerdo entre el contenido y la forma.
-Henri Bremond equipara la poesía a un estado místico. Para Bremond, el poema que se escribe con tema concreto se compone de elementos que pueden ser también expresados en prosa, y en consecuencia la poesía pura, en su abstracción, es inefable, como sucede en la lírica.
-Pero para Jorge Guillén es confusa ya que equipara el estado poético con el poema. Jorge Guillén, por su parte, declaraba: “Poesía pura es lo que permanece en un poema después de haber eliminado todo aquello que no es poético”.
Tendríamos que poner en claro qué es lo no poético. Cuestión difícil, más aún si tenemos en las mientes la idea tradicional de que "poesía es el arte del verso como expresión de la belleza", en sentido platónico, claro.
-El simbolismo optó por una teoría sugestiva y de gran porvenir. El lenguaje literario podría convertirse en un medio cognoscitivo para rondar las cercas del misticismo como vallado del misterio. Podemos evocar a Baudelaire que, abanderando este afán de búsqueda, creó las inefables “Correspondencias” como puente de las ocultas afinidades entre el mundo sensible y el espiritual. La sinestesia era el mecanismo estético más relevante y, por supuesto, la metáfora también jugaba un rol de primerísimo orden.
No podemos olvidar lo que dijo el
psicólogo William James. Su teoría acerca del “fluir de consciencia”, influyó
en la escritura de autores de habla inglesa como Virginia Woolf o James Joyce.
Evidentemente esta novedad forma parte también de las vanguardias, aunque no
naciese como aporte intencionado a ellas.
-Realmente no entendemos qué quiere decir Valéry cuando dice:
-Realmente no entendemos qué quiere decir Valéry cuando dice:
-Todo poema que no tenga la precisión
de la prosa no vale nada.
Posiblemente se refiera a la
exigencia de evitar las vacilaciones, las descripciones prolijas y las
intuiciones poco claras en el poema.
-Para Valle-Inclán no hay diferencia esencial “entre verso y prosa. Todo buen escritor, como todo verdadero poeta, sabrá encontrar número, ritmo, cuantidad para su estilo. Por eso los grandes poetas eliminan los vocablos vacíos, las apoyaturas, las partículas inexpresivas, y se demoran en las nobles palabras, llenas, plásticas y dilatadas”.Magnífica definición para mí. Algún día entraremos en pormenores de estas condiciones del gran poeta gallego y, junto con las de Baudelaire y Dámaso Alonso, intentaremos exponer una teoría, no una solución, acerca de lo que podría aventurarse como poesía pura, naturalmente y como todo en la vida, discutible.
-Conocemos la definición de Antonio Machado como la palabra esencial en el tiempo: "Ni mármol duro ni eterno,/ni música ni pintura,/sino palabra en el tiempo".
-No podemos olvidar aquellos versos de León Felipe en su poema "Poesía Pura":
Deshaced este verso.
Quitadle los caireles de la rima
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma.
Aventad las palabras,
y si después queda algo todavía
eso será la poesía.
Nos lo pone difícil León Felipe si hay que prescindir de la idea misma y luego hemos de aventar, cernir las palabras para que quede en el cernidor la pepita de oro de lo indefinible.
-De Juan Ramón Jiménez recordaremos su poema “Poesía”:
Vino primero pura,
vestida de inocencia
y la amé como un niño...
Finalmente, el autor describe la desnudez de la Poesía que se quita la túnica de los oropeles, la hiel y sin sentido. Esa desnudez es la pureza. Teoría muy parecida a la de Felipe. Cuando J.R.J. escribe esto ya ha editado Platero y yo. Habrá críticos que consideren que ese libro es una deliciosa muestra de poesía pura en el que naturaleza casi idílica y pureza de sentimientos se dan la mano con un lenguaje difícilmente superable por los matices líricos que contiene.
-Jorge Guillén también nos dio su ideal de poesía pura y nos dejó su decálogo, aunque de cinco mandamientos, con una teoría ambiciosa que merece ser analizada con minuciosidad, sobre todo en la supresión de la anécdota, que no es el tema; la escasez de verbos, que coincide con el estilo nominal, como expresión contemplativa del autor; la precisión lingüística que es una lucha contra la divagación poética y la concentración temática como una defensa del tema frente al protagonismo de las figuras, por ejemplo, las metáforas y los símiles.
1. Supresión de lo anecdótico.
2. Sustantivación de los adjetivos,
3. Escasez de verbos,
4. Precisión lingüística y
5. concentración temática.
-No podríamos estar del todo de acuerdo con Vicente Aleixandre cuando dice que no sabe lo que es la poesía y que desconfía profundamente de todo juicio de poeta sobre lo siempre inexplicable. Si nos negamos como él a la búsqueda, daríamos por concluido este trabajo.
-Pedro Salinas también insiste en lo inexplicable de la poesía, pero más adelante la considera como una aventura hacia lo absoluto: "Hay que dejar que corra la aventura con toda la belleza de riesgo, de probabilidad, de jugada".
-Para Heidegger la poesía es la fundación del ser por la palabra. Poéticamente hace el hombre su habitación en la tierra.
-Para Vicente Huidobro:
El valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla. Esto es lo que el vulgo no puede comprender porque no quiere aceptar que el poeta trate de expresar sólo lo inexpresable.
-Veamos la opinión de Federico García Lorca cuando Gerardo Diego le pide para su famosa Antología de la poesía española contemporánea una poética: “Pero, ¿qué voy a decir yo de la Poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas, mirarle, y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir nada de la Poesía”.
-Dámaso Alonso, el gran filólogo-poeta, considera que “la poesía es un fervor y una claridad. Un fervor, un deseo íntimo y fuerte unión con la gran entraña de la tierra [...] El objeto del poema no puede ser la expresión de la realidad inmediata y superficial, sino la realidad iluminada por la claridad fervorosa de la Poesía: realidad profunda, oculta normalmente en la vida, no intuible, sino por medio de la facultad poética, y no expresable por pensamiento lógico”.
Parece que en esta concepción de la poesía subyace la idea del romanticismo, que consideraba al poeta como portavoz de lo trascendente, en concreto como un vate, que viene de vaticinium, como sabemos, aunque este matiz llevaría demasiado lejos el papel del modesto escribidor de versos.
-Por otra parte, conocemos la réplica de Pablo Neruda a la poesía de espíritu juanramoniano con su poesía impura y rehumanizada frente a la poesía para la minoría, de signo aristocrático, podríamos decir, o de poeta elitista que busca "la pureza". No entramos en esta guerra de actitudes literarias, puesto que perseguimos otros fines. Sin embargo, personalmente hablando me parece que es una teoría ambiciosa pero con futuro. Más adelante diré por qué.
El autor de estas líneas escribió en Arena y Cal algunos artículos en los que se planteaba esta disquisición a modo, a ser posible, de diferencia entre las dos. La literatura como un lenguaje característico de la creación, pero con fórmulas ya consagradas y sin deseos de renovación; la poesía sería entonces un ejercicio en creatividad continua, desautomatizadora, como dijeron los formalistas, de las expresiones ya desgastadas. Esta creatividad continua correría a cargo de la ruptura léxico-semántica, con la metáfora, la sinestesia y el toque onírico como peones de briega para encauzar las ideas -al fin y al cabo, las verdaderas protagonistas del texto-.A muchos opinantes, si les preguntamos que qué es poesía pura, nos responderán que poesía pura es "lo que se escribe con el corazón", "con la ternura", "lo inefable", "lo delicado", "lo desligado de la anécdota" y muchas sutilezas más. Mas, a la hora presente, nos hacemos un lío retórico de definiciones y acertijos de abracadabras fantásticos.
Se podría desatar una guerra de polémicas en torno a esta dificultosísima aporía. Incluso si un ángel o una entidad del más allá nos dictara o nos regalase ya escrita la poesía pura, más de uno diría que no, que eso no es poesía pura.
De momento, yo me quedo con aquello
de San Juan de la Cruz:
"Un no sé qué que quedan balbuciendo". Ésta es la explicación que yo
me doy en esta línea confusa entre el ser y el no ser de la autenticidad
poética, en este mercado de estridente griterío de afirmaciones.
Estar de acuerdo con esta tesis no es nada fácil, pues ello obligaría a todos los que escriben a zarandear el árbol de sus recursos y dejarlo desnudo, o bien esperar nuevos frutos como otro milagro de la primavera machadiana. De todas las maneras, aunque para mí siguen siendo los contenidos quienes deciden la calidad de lo escrito, es bueno que al olmo seco le llueva un abril y lo caliente un sol de mayo de nuevos afanes creadores. Digo yo, no sé vosotros, lectores.
Pero, a pesar de todas las teorías, hemos de decir en voz alta que para hacer una poesía pura primeramente hay que ser puro de mente y corazón; sólo quien es libre de prejuicios literarios, de apetencias vitales desmadradas, argucias, envidias y ambiciones egocéntricas, estará preparado para que la musa le sople ese verso que nos convence porque es universal y emocionante a la vez. Universal y emocionante, ¿qué más se puede pedir?
Este artículo, como todos los que figuran en este
blog, pueden leerse también en la web Arena y Cal. También han sido editados en
varios cuadernos de artículos literarios.
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