lunes, 12 de agosto de 2019

PRÓLOGO Y CONTRAPORTADA DE LA MEMORIA DESANDADA




 




LA MEMORIA DESANDADA 
Prólogo 
Nombrar a Juan Rafael Mena Coello es nombrar a  La Isla, porque es inseparable de la esquina del Gordo, de las araucarias y de la Casa de la Cultura, donde hizo realidad su sueño de estar, de vivir entre libros. Su imagen aún sale al patio de aquel antiguo Colegio de los Moros, durante una tarde cansina del mes de mayo en la que había que imponer silencio descargando purgas impacientes y sonoras por la sala. En ese patio Juan Mena, como lo conocemos, miraba alrededor para luego detenerse un momento y subir la vista por aquellas paredes que apuntalaban el cielo. En aquel reducto parecía buscar la metáfora extraviada, escondida entre los jirones de verdín de la solería de ladrillos o enganchada al silbo cálido del levante. Luego entraba para seguir con su trabajo. Tal vez no era consciente de que empezaba una trayectoria que iba iluminando con versos correctamente medidos y acentuados, con un lenguaje rigurosamente revisado para escoger la voz justa que le hiciera huir de clichés y estereotipos.
En las obras de Juan Mena encontramos al poeta interior, el que ha ido afianzando su mundo definiéndolo, distinguiéndolo por lo exclusivamente personal. 
Con la palabra ha ido comunicando las reflexiones de su comunión con la soledad, con  el aislamiento donde ha sido conversador y oyente de sí mismo, reflexiones que se agrupan en casi medio centenar de títulos. 
Pocas trayectorias hay en La Isla tan consolidadas como la de Juan Mena. Más de cincuenta años la avalan, iniciada con los Novísimos por contemporaneidad, aquella  generación de poetas jóvenes nacidos tras la guerra civil y de los que se desliga para seguir la línea de la que ellos se apartaron, el realismo, muy apreciable en su obra. El lenguaje, por tanto no es suntuoso sino tan sencillo que página a página va mostrando una fotografía que el lector capta para profundizar en ella, procedimiento imperceptible e inseparable. En este trabajo el poeta recurre a la prosa, estilo que domina con soltura como sabemos por otros títulos presentados con anterioridad, estilo que no propicia un alejamiento de la lírica, sino todo lo contrario. 
LA MEMORIA DESANDADA es el pasado de La Isla retratado en un conjunto de relatos literarios vistos desde las ilusiones de un aspirante a poeta, testigo de unas historias inscritas en la posguerra, la época en la que le tocó crecer y formarse como ciudadano en una sociedad sujeta a los convencionalismos. Por ello, tanto el personaje como el narrador desandan la memoria para encontrarse con aquellos tiempos idos que tanto lo marcaron. Es por lo que la narración discurre entre la primera y tercera persona, diferenciando la mirada del personaje, Cántigo, como la proyección de sí mismo, y la mirada del narrador como observador de la historia que se cuenta en cada uno de estos relatos. Historias narradas con esbozos que se apoyan en descripciones breves, contundentes y plásticas que cautivan al lector por los detalles, mientras la trama discurre por un ambiente frecuente, cotidiano, real y particular, apreciándose el duelo fascinante que se entabla entre lo lírico y lo narrativo. 
Es el resultado del esfuerzo, de la búsqueda y del encuentro del camino por la lírica que el narrador comenzó en su juventud, donde rutilaba la lectura que llenaba su aislamiento, un lugar donde vivía lo que luego se transformó en amor por la literatura, amor que el narrador pudo canalizar, describir y transmitir hecho lenguaje y símbolos que explicaban su propio destino. 
En LA MEMORIA DESANDADA se aúnan la concepción y las reflexiones de una época que no la tiñe el color del olvido, porque sigue viva por los que estuvieron, por el dolor de no tenerlos, el dolor sordo y latente de la ausencia. Es, por tanto, un gesto de valentía ir al encuentro del yo que nació alumbrado por las palabras, el yo real y comprometido que fue encarando la realidad a medida que crecía, cuando descubrió que escribir le salvaba de la frustración, del desengaño, de la desilusión, de esos momentos puntuales que conforman la vida, que propician una vuelta atrás para poder seguir hacia delante. 
Leer un libro de Juan Mena es encontrarse con la poética, con el rigor al trabajarla, comparable al esmero de un orfebre. Pertenece a ese grupo de autores a los que una vez conocidos siempre se vuelve, cuyos libros se disfrutan en la mano, apreciando el olor agrio del papel al abrirlos. Libros que envejecen ocupando su lugar en la mesa de noche. 


Adelaida Bordés Benítez

Párrafo para la contraportada. 

LA MEMORIA DESANDADA es el pasado de La Isla retratado en un conjunto de relatos literarios vistos desde las ilusiones de un aspirante a poeta, Cántigo, testigo de unas historias inscritas en la posguerra, la época en la que le tocó crecer y formarse como ciudadano en una sociedad sujeta a los convencionalismos. Por ello, tanto el personaje como el narrador desandan la memoria para encontrarse con aquellos tiempos idos que tanto lo marcaron con gentes y lugares que reviven en estas páginas. 
Adelaida Bordés Benítez 

Título: La memoria desandada

Autor: Juan Rafael Mena

Editorial Dalya

“La memoria desandada” es un libro de relatos que en ocasiones, al propio ritmo que suele dictar el recuerdo, va desglosando el vagar de Cántigo, un ser dotado de una naturaleza especial, con un exquisito gusto por la poesía, la literatura y la palabra, y que nos va retornando capítulo a capítulo hacia sus vivencias, y andanzas por una Isla que ofrece exiguas oportunidades para quien nace en un barrio de gentes con escasos recursos, cuyos principales destinos son;  dedicarse a la pesca, o la aún más dura tarea de extraer sal en las salinas. Pero Cántigo es diferente, ya que sus inquietudes van en una dirección contraria y opuesta; ya que él necesita sentirse arropado por el contenido de los libros, adentrarse en la letra escrita, y la encuentra en todo cuanto está a su alcance; en un principio en los tebeos, que son los inicios de lectura y cultura al alcance de los más pequeños.

Juan Rafael Mena, utiliza para este libro un lenguaje afable, sencillo, comunicativo; sin estridencias, para que cualquier lector se sienta a gusto con su literatura, sin poder abstraerse en ocasiones, a su alma poética, que sobresale de sus letras como brotes de hierba en primavera; de forma inevitable. Inevitable, sí, pero sencillamente, como corresponde a un comunicador de la categoría de un gran hombre y gran escritor. Alguien, que en su vida cotidiana, sabe tratar con el máximo cariño y respeto a todos cuantos se acercan a recibir su consejo, o a participar de su tertulia literaria “Río Arillo”.

Mercedes del PIlar Gil Sánchez

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