LA MEMORIA DESANDADA
Prólogo
Nombrar a Juan Rafael Mena Coello es nombrar a La
Isla, porque es inseparable de la esquina del Gordo, de las
araucarias y de la Casa
de la Cultura,
donde hizo realidad su sueño de estar, de vivir entre libros. Su imagen aún
sale al patio de aquel antiguo Colegio de los Moros, durante una tarde cansina
del mes de mayo en la que había que imponer silencio descargando purgas
impacientes y sonoras por la sala. En ese patio Juan Mena, como lo conocemos,
miraba alrededor para luego detenerse un momento y subir la vista por aquellas
paredes que apuntalaban el cielo. En aquel reducto parecía buscar la metáfora
extraviada, escondida entre los jirones de verdín de la solería de ladrillos o
enganchada al silbo cálido del levante. Luego entraba para seguir con su
trabajo. Tal vez no era consciente de que empezaba una trayectoria que iba
iluminando con versos correctamente medidos y acentuados, con un lenguaje
rigurosamente revisado para escoger la voz justa que le hiciera huir de clichés
y estereotipos.
En las obras de Juan Mena encontramos al poeta
interior, el que ha ido afianzando su mundo definiéndolo, distinguiéndolo por
lo exclusivamente personal.
Con la palabra ha ido comunicando las reflexiones de su
comunión con la soledad, con el
aislamiento donde ha sido conversador y oyente de sí mismo, reflexiones que se
agrupan en casi medio centenar de títulos.
Pocas trayectorias hay en La Isla tan consolidadas como la
de Juan Mena. Más de cincuenta años la avalan, iniciada con los Novísimos por
contemporaneidad, aquella generación de
poetas jóvenes nacidos tras la guerra civil y de los que se desliga para seguir
la línea de la que ellos se apartaron, el realismo, muy apreciable en su obra.
El lenguaje, por tanto no es suntuoso sino tan sencillo que página a página va
mostrando una fotografía que el lector capta para profundizar en ella,
procedimiento imperceptible e inseparable. En este trabajo el poeta recurre a
la prosa, estilo que domina con soltura como sabemos por otros títulos
presentados con anterioridad, estilo que no propicia un alejamiento de la
lírica, sino todo lo contrario.
LA MEMORIA
DESANDADA es el pasado de La Isla retratado en un conjunto
de relatos literarios vistos desde las ilusiones de un aspirante a poeta, testigo
de unas historias inscritas en la posguerra, la época en la que le tocó crecer
y formarse como ciudadano en una sociedad sujeta a los convencionalismos. Por
ello, tanto el personaje como el narrador desandan la memoria para encontrarse
con aquellos tiempos idos que tanto lo marcaron. Es por lo que la narración
discurre entre la primera y tercera persona, diferenciando la mirada del
personaje, Cántigo, como la proyección de sí mismo, y la mirada del narrador
como observador de la historia que se cuenta en cada uno de estos relatos.
Historias narradas con esbozos que se apoyan en descripciones breves,
contundentes y plásticas que cautivan al lector por los detalles, mientras la
trama discurre por un ambiente frecuente, cotidiano, real y particular, apreciándose
el duelo fascinante que se entabla entre lo lírico y lo narrativo.
Es el resultado del esfuerzo, de la búsqueda y del
encuentro del camino por la lírica que el narrador comenzó en su juventud,
donde rutilaba la lectura que llenaba su aislamiento, un lugar donde vivía lo
que luego se transformó en amor por la literatura, amor que el narrador pudo
canalizar, describir y transmitir hecho lenguaje y símbolos que explicaban su
propio destino.
En LA MEMORIA DESANDADA se aúnan la concepción y las
reflexiones de una época que no la tiñe el color del olvido, porque sigue viva
por los que estuvieron, por el dolor de no tenerlos, el dolor sordo y latente
de la ausencia. Es, por tanto, un gesto de valentía ir al encuentro del yo que
nació alumbrado por las palabras, el yo real y comprometido que fue encarando
la realidad a medida que crecía, cuando descubrió que escribir le salvaba de la
frustración, del desengaño, de la desilusión, de esos momentos puntuales que
conforman la vida, que propician una vuelta atrás para poder seguir hacia
delante.
Leer un libro de Juan Mena es encontrarse con la
poética, con el rigor al trabajarla, comparable al esmero de un orfebre.
Pertenece a ese grupo de autores a los que una vez conocidos siempre se vuelve,
cuyos libros se disfrutan en la mano, apreciando el olor agrio del papel al
abrirlos. Libros que envejecen ocupando su lugar en la mesa de noche.
Adelaida Bordés Benítez
Párrafo para la contraportada.
LA MEMORIA
DESANDADA es el pasado de La Isla retratado en un conjunto
de relatos literarios vistos desde las ilusiones de un aspirante a poeta,
Cántigo, testigo de unas historias inscritas en la posguerra, la época en la
que le tocó crecer y formarse como ciudadano en una sociedad sujeta a los
convencionalismos. Por ello, tanto el personaje como el narrador desandan la
memoria para encontrarse con aquellos tiempos idos que tanto lo marcaron con
gentes y lugares que reviven en estas páginas.
Adelaida Bordés Benítez
Título: La memoria desandada
Autor: Juan Rafael Mena
Editorial Dalya
“La
memoria desandada” es un libro de relatos que en ocasiones, al propio
ritmo que suele dictar el recuerdo, va desglosando el vagar de Cántigo,
un ser dotado de una naturaleza especial, con un exquisito gusto por la
poesía, la literatura y la palabra, y que nos va retornando capítulo a
capítulo hacia sus vivencias, y andanzas por una Isla que ofrece exiguas
oportunidades para quien nace en un barrio de gentes con escasos
recursos, cuyos principales destinos son; dedicarse a la pesca, o la
aún más dura tarea de extraer sal en las salinas. Pero Cántigo es
diferente, ya que sus inquietudes van en una dirección contraria y
opuesta; ya que él necesita sentirse arropado por el contenido de los
libros, adentrarse en la letra escrita, y la encuentra en todo cuanto
está a su alcance; en un principio en los tebeos, que son los inicios de
lectura y cultura al alcance de los más pequeños.
Juan
Rafael Mena, utiliza para este libro un lenguaje afable, sencillo,
comunicativo; sin estridencias, para que cualquier lector se sienta a
gusto con su literatura, sin poder abstraerse en ocasiones, a su alma
poética, que sobresale de sus letras como brotes de hierba en primavera;
de forma inevitable. Inevitable, sí, pero sencillamente, como
corresponde a un comunicador de la categoría de un gran hombre y gran
escritor. Alguien, que en su vida cotidiana, sabe tratar con el máximo
cariño y respeto a todos cuantos se acercan a recibir su consejo, o a
participar de su tertulia literaria “Río Arillo”.
Mercedes del PIlar Gil Sánchez
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