miércoles, 7 de agosto de 2019

DEL SENTIMIENTO LÍRICO DE LA VIDA





Almenas, cuadro de María Jesús Rodríguez Barberá



DEL SENTIMIENTO LÍRICO DE LA VIDA


El lirismo requiere ingenuidad, espontaneidad, musicalidad justa y exaltadora de lo profundo.

El lirismo brota de lo trágico, lo inevitable, lo que está vivo en el alma como un paisaje que da vida o un recuerdo que atormenta. Lo demás, es literatura, bien hecha quizá, pero no emocionante.

Tiene un alma sensual, mística y sentimental, a veces linda con el misterio (Oigamos a Federico García Lorca: “Sólo el misterio nos hace vivir, sólo el misterio”). Todo menos una adaptación a las consignas de una escuela o las influencias de la literatura del momento, como ocurre con la poesía escrita bajo la sombra de la fugaz frivolidad y la facilidad que cae en lo antirrítmico como sello de la modernidad.

Siempre habrá poetas mirando por las afueras de su torre poética a ver si hay un resplandor de la moda que se lleva y a él le venga como un sol misericordioso para el frío de su inspiración.

La literatura es la voz a contra pelo de la época, el altavoz de lo que atruena en el oído impersonal de las masas lectoras. Pero no es la escritura que se vale de la ortopedia del premio y la crítica que la echa a andar por los escaparates de las librerías de las Ferias del Libro.

Siempre nos preguntaremos si no será la crítica, la televisión y el cine los que imponen esta clase de literatura a un público pasivo que no tiene iniciativa cultural.  Es escaso el público que  acude a la lectura, sobre todo a la poética. ¿Se necesita cultura, sensibilidad o simplemente curiosidad?

La poesía del sentimiento trágico no se escribe porque se desee sino porque surge del alma del poeta que sabe bien como Leconte de Lisle, poeta francés, que: Sólo hay poesía en el deseo de lo imposible y en el dolor de lo irreparable”. Todo lo demás, como dijo  Verlaine, “es literatura”. ¿Lo dijo en tono despectivo, o bien conmiserativo?

Toda esa poesía circunstancial pasa, pero la poesía que lleva debajo del verso explosivos de drama humano, permanece porque es universal. Lo demás, aunque sea buena literatura, se esfuma en la niebla en que duermen abandonadas en los estantes revistas y libros que tuvieron en su día un destello de atractiva lectura que el tiempo esconderá en sus pliegues de olvido.








Círculo de Artes y Oficios de San Fernando, 1905. Foto Archivo QUIJANO





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