viernes, 23 de agosto de 2019

LITERATURA Y TOROS


Se dice que Sánchez Mejías había llevado a extremos emocionantes el lema nietzscheano: "Vivid en peligro". Es lógico, se dirá, corno cualquier otro torero. De acuerdo; pero en el torero sevillano esa inquietud se transmitía hasta en el campo literario. Fue autor de obras teatrales: Sinrazón, estrenada en Madrid en el año 1928; Zayas, en ese mismo año, en Santander, y también Ni más ni menos, que no llegó a estrenarse.

Sabemos que le unían fuertes lazos de amistad y compañerismo con algunos miembros de la generación del 27. En ciertos aspectos recuerda a otro poeta que está unido al mundo de los toros: Fernando Villalón, mas con el escritor que más se le asocia es con Federico García Lorca, que sintió su muerte como pocos y fue esta desgracia la que le inspiró uno de los poemas más escalofriantes y poderosamente líricos de nuestra poesía contemporánea.

La elegía Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, pasa, sin duda, por ser una de las composiciones logradas y antológicas del monstruo granadino. García Lorca fue, a mi entender, el único "genio", el poeta genial de altura y niveles universales de la generación del 27, y ello quedó bien patente en este poema en el que la atmósfera surrealista ("Por las gradas sube Ignacio/ con toda su muerte a cuestas./ Buscaba el amanecer/ y el amanecer no era"), alcanza giros y espirales delirantes ("hubo un aire de voces secretas/ que gritaban a toros celestes,/ mayorales de pálida niebla."). García Lorca es el poeta de más número de registros literarios: desde el poeta de factura tradicional, digámoslo así, como son sus primeros poemas, pasando por los sonetos tan llenos de sugerencias y en nada parecidos a los sonetos convencionales -a que tanto se presta esta estrofa- hasta el surrealismo más fiel a las exigencias teóricas. Tanto en su Romancero Gitano como en su Poeta en Nueva York el vate granadino derrocha unas potencialidades expresivas que producen entusiasmo en los poetas-lectores y deseos de imitación. Hasta en su obra dramática el lenguaje es mina de sorpresas. García Lorca une a su dolor de amigo, su imaginación de poeta en unas metáforas que rompen el esquema tradicional ("Como un río do leones/ su maravillosa fuerza. "¡Qué tremendo con las últimas/ banderillas de tinieblas!"). El poema va en una línea creciente desde la insistencia ("A las cinco de la tarde") y el coraje por ("la sangre derramada") hasta la aceptación terrible de la pérdida ("Pero ya duerme sin fin./ Ya los musgos y la hierba/ abren con dedos seguros/ la flor de su calavera.") Sin embargo, el poeta no renuncia al misterio ("La muerte le ha cubierto de pálidos azufres/ y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro."). El minotauro representa el misterio en la mitología, y el poeta toma esperanzado este símbolo.

Como muy pocas veces en la historia de España, la literatura y los toros caminaron juntos en la tertulia y confraternizaron también en la celebración y la tragedia.






 

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