Plaza de la Iglesia, finales del siglo XIX 1923 la isla según Servando Camúñez |
SERVANDO
CAMÚÑEZ ECHEVARRÍA
(Cádiz
1854- San Fernando 1936)
1922 la Isla según Servando Camúñez
Hace
cincuenta y siete años que quien esto escribe (lo dice Servando Camuñez en
1922, por lo tanto se refiere al año de 1865) llegó a San Fernando.
Un
alma lleno de tristeza y una imaginación henchida de esperanzas incisas
formaban su impedimenta moral.
Niño
aún, las impresiones que traía, sumadas a las emociones de la llegada, grabaron
un profundo surco en su memoria. Surco que persiste claro y lúcido al través de
los años y de los desgastes de la inteligencia.
Venía
de un pueblo de la Sierra,
al que me había llevado meses antes una enfermedad de mi padre.
Eran
los últimos días del mes de Julio. La ciudad estaba engalanada con motivo de su
feria, el cielo tenía un azul purísimo, el calor era bochornoso y el levante
soplaba furiosamente.
El carruaje que nos traía, al entrar en la calle
Real (por la plaza del Castillo) y principiar a recorrer aquella terrible
calzada de piedras, que la servía de pavimento, perdió una rueda, se inclinó de
un lado y… los viajeros tuvimos que abandonar el maltrecho vehículo y recorrer
a pie el trayecto que nos faltaba para llegar al término de nuestro viaje y de
nuestros deseos.
Era
por entonces la ciudad de San Fernando un gran villorro con una calle Real muy
toscamente empedrada; con las demás calles, unas terrizas y otras empedradas;
pero unas y otras sin aceras; con suburbios y albinas llenas de barro y
montañas de basuras; con una edificación improvisada y sin belleza
arquitectónicas; con alumbrado público de farolas que tenían en su interior
reverberos de aceite, los cuales sólo se encendían en las noches en que no daba
luz la Luna; con
las salinas en poder del estado; con el mejor Arsenal de España; con una
entrada, frente a ala estación ferroviario, llamada Glorieta, en la cual los
bodegones, barracas e inmundas tabernuchas ocupaban la mal llamada Alameda y en
donde una muchedumbre de vagos, rufianes, matones y rateros y cuanto había de
perdido y malo en los bajos fondos sociales de la ciudad pululaba noche y día
para vergüenza y desesperación de los trabajadores honrados y de los buenos
habitantes de la población.
La Casa Ayuntamiento era un palacio en ruinas,
de negras paredes y sin techumbre en el piso superior.
Los
barrios extremos de la población eran zocos morunos en los que no era muy
agradable la entrada, pues de ser señoras o caballeros los visitantes, eran
abucheados estrepitosamente y obligados a retirarse por la incultura de sus
pobladores.
Como
la ciudad era un río de oro a causa de sus ocho mil carraqueños, sus empleados
militares y las grandes remesas mensuales de numerario de nuestras colonias
americanas y filipinas, acudían a ella como moscas cuantos aspiraban al dinero
ajeno y cuantos no servían para trabajo ni para ganar honradamente el pan de
cada día.
Por
esto, por el sin número de tabernas, figones, capilés, etc, etc, por en enorme
número de mendigos, lisiados, pedigüeños y matones, por la sobra de casas en
donde nocturnamente se le tiraba de la oreja a Jorge y por escasez de policía
civil y sobra de tolerancia y abandono en que vivían caleseros, valientes,
hampones, chulos y demás gentes de mal vivir, raro era el día que no se
presenciaba en plena calle algún asesinato o algún escandaloso choque entre los
servidores del juego y los admiradores del hampa.
¿A
qué proseguir?
San
Fernando era un pueblo rico, pero miserable; era hermoso; pero sucio; era culto
pero sin manifestaciones externas de su cultura; era caballeroso; pero sólo en
las altas esferas de su mesocracia, y era noble y honrado; pero con una mezcla
de fermento libertino, agitanado y canallesco que daba lugar a la fama y
aplauso que otros pueblos le concedían por sus hampones y sus barateros, sus
ladrones y sus victimas.
¡Que
inmensa y gran diferencia separa al pasado del presente! (1922)
Aquella
ciudad de San Fernando no tenía más cultura que la de sus marinos, ni más
ilustración que la de sus poquísimos hombres de Ciencia, ni más higiene que la
de alguna que ostra familia adinerada, no más seguridad que la puramente
personal, ni más enseñanza que las que se derivan del analfabetismo y de la
matonería.
Hoy,
a pesar de lamentaciones y quejas vulgares, la entrada de la ciudad es
sencillamente hermosa, las calles principales pueden competir con las de las
ciudades modernas de mayor renombre, las albinas sucias y fangosas han
desaparecido, los tristes faroles el alumbrado público se han tomado en focos
eléctricos, las calles tienen aceras cómodas, el palacio del Ayuntamiento es un
edificio monumental que da honores y prestigios, la Biblioteca Lobo es
un centro de instrucción y de cultura, y las sociedades obreras de la ciudad
que tanto bien procuran y que tan alto ponen el nombre de San Fernando, han
hecho que se olviden y que desaparezcan por completo aquellos miserables
tugurios donde la juventud se manchaba con el cieno de la procacidad y del
matonismo.
Hoy
la antigua y sucia taberna casi no existe; la calesa y el tosco calesero han
sido substituidos por el automóvil y el coche charolado y limpio; la vagancia
se ha borrado con el trabajador honrado y culto; al gracioso y al chocarrero ha
sucedido el alumno formal, serio y aprovechado de nuestros Centros de Obreros;
y todo aquello que significaba atraso, rutina, haraganeria, tosquedad y
agresión se ha transformado en finura, adelanto, amable condescendencia y culta
galantería.
Servando
Camúñez
Relato
de su visión de la isla de “aquellos tiempos” en 1865.
¡Honor
a este hermoso y noble pueblo, que en medio siglo ha sabido elevar su nivel
moral y social hasta la envidiable altura en que se encuentra!.
Servando
Camúñez.
San
Fernando, Diciembre,1922.
El
Güichi de Carlos.
San Fernando, a principios del siglo XX,
Plaza de la Iglesia
Calle Real. ¿Alrededor de 1910? Tendría San Fernando entonces 28.000 hab.
Aunque nacido en
Cádiz, toda su vida estuvo ligada a San Fernando, ciudad donde ejerció su
profesión de médico. Escribió poemas, zarzuelas y obras teatrales, dirigió los
periódicos Los Lunes y La Correspondencia de San Fernando.
Jorge
Guillén se mostró muy interesado en algunos de sus ensayos y comentarios
críticos (especialmente los dedicados a Bécquer).
Fue
conservador de la
Biblioteca Municipal Lobo, ordenador del Archivo y cronista
oficial de San Fernando desde 1929 hasta su muerte.
Como
poeta, se siente ligado a su ciudad de adopción y a Andalucía.
Aunque
su producción literaria llegó a ser muy extensa (gran parte ha quedado
inédita), prefirió publicar tan solo una selección que tituló Versos pasados
de moda (1915).
Estación ferroviaria de San Fernando, a principios de siglo XX
HIMNO DEL CENTENARIO
¡Cádiz,
despierta! ¡Cádiz, levanta
a
las alturas tu pensamiento!
En
tu recinto, cual arca santa
puso
la Patria su
sentimiento,
sus
esperanzas y sus dolores,
sus
dignidades y su energía.
¡Cádiz
augusta! Hoy es el día
de
hacer coronas de egregias flores
para
tus hijos, los luchadores
que
enaltecieron tu nombradía.
Hoy
hace un siglo que el mundo entero
vio
sorprendido tu resistencia
ante
el coloso que traicionero
quiso
quitarnos la independencia.
Hoy
hace un siglo, ¡Cádiz hermosa!,
que
ante tus muros y tus cañones,
llena
de rabia la poderosa
dominadora
de cien naciones,
vio
disiparse sus ilusiones
con
tu respuesta maravillosa.
¡Cádiz,
despierta! ¡Cádiz, levanta
a
las alturas tu pensamiento!
Como
la antorcha que se agiganta
a
los embates del raudo viento
es
la aureola de tus lealtades,
de
tus honores, de tus firmezas,
de
tus excelsas serenidades,
de
tus bravuras, de tus realezas...
gloria
y asombro de las edades.
Colaboraciones de Servando Camúñez
Diarios que constan en el Museo Municipal
Diarios que constan en el Museo Municipal
La
Correspondencia de San Fernando
Título:
La Correspondencia
de San Fernando
Lugar: San Fernando Periodicidad: Diario Imprenta: La Voz Años: 1891 - 1893: Completo 1896 - 1900: Completo 1899 - Ejemplar suelto - 5 de mayo. Nº 3357 1902 - 1903: Último semestre 1906: Completo 1907 - Ejemplar suelto - 2 de octubre. Nº 6372 1909: 1er semestre 1910: Último trimestre 1911: Ejemplar suelto - Nº 7603 - Año XXI 1912: 2º semestre 1913: Ejemplar suelto -8 de julio - Nº 8453 - Año XXIII 1914: Último semestre 1921 - Ejemplares sueltos 29 de agosto. Nº 11193 7 de diciembre. Nº 11277 14 de diciembre. Nº 11283 1924 - Ejemplares sueltos 23 de abril. Nº 12015 26 de abril. Nº 12018 24 de diciembre. Nº 12222 1926 - Ejemplares sueltos 13 de diciembre. Nº 12824 1298 - Ejemplares sueltos 24 de octubre. Nº 13400 1935: Último semestre 1936: Completo 1937: Excepto 1er trimestre 1937: Ejemplar suelto - 1 de abril - Nº 15822 - Año XLVII 1938: Excepto 3er trimestre Notas: Se conserva un suplemento literario "La Velada". 22/07/1917 - Nº 2 Bibllioteca Municipal Almirante Lobo, en el Ayuntamiento. de la que fue director Servando Camúñez |
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