INTRODUCCIÓN A
DEL ESPLENDENTE MAR, DEL PERSEGUIDO AMOR,
de Juan Rafael Mena, Editorial DALYA
por RAMÓN LUQUE SÁNCHEZ
Hay encuentros fortuitos que sin
embargo deparan
largas e intensas historias de amor.
Así se puede calificar la entusiasta
relación que Juan
R. Mena ha mantenido con la Poesía. Fue
puro azar la
manera en que este hombre de Letras
tuvo conciencia de
que existían los poemas y de que estos
tenían la facultad de
interpretar el mundo e interpelar al
tiempo.
El descubrimiento de la Literatura
despertó su conciencia
en todos los sentidos. Pronto se dio cuenta
de que si
quería mejorar y evolucionar en su
producción literaria solo
podía hacerlo a través de las
herramientas que le proporcionaría
el estudio. Este fue el estímulo para
licenciarse en
Filología Hispánica. Mientras lo hacía
fue ganando algunos
premios literarios y publicando sus
primeros libros.
Hay que catalogar la obra poética de
Juan R. Mena de
ingente, variada y profunda. El motivo
de esta grandeza es
que no se conformó nunca con transitar
los caminos trillados
ya por otros. Primero dominó las formas
clásicas, como
el soneto, el romance o la décima, que
estaban tan en boga
en la España de la posguerra. Quiso
más, para ello se alejó de
ese clasicismo amanerado y lastrado por
la costumbre con
la intención de escribir una nueva
poesía. Actualización en
los temas, un lenguaje poético novedoso
y la búsqueda de
nuevas formas poéticas fueron sus
metas.
Mientras tanto fueron apareciendo
algunos de sus
más importantes poemarios, como Sísifo,
Prohibido paraíso
o Un resplandor enciende hoy mi
memoria, por citar algunos
de ellos. A destacar La Araucaria,
antología poética
publicada por la Fundacion Municipal de
Cultura del Ayuntamiento
de San Fernando y precedida de un
profundo
estudio de Enrique Montiel.
El libro que estoy presentando, DEL
ESPLENDENTE
MAR, DEL PERSEGUIDO AMOR… (Antología
poética de
mar y amor) es una recopilación de
poemas publicados en
varios libros, como Desnuda claridad y
Fiebre de verano,
entre 1980 y 2013. Con esta selección,
ha buscado el autor
enfrentar dos realidades insondables y
convulsas al mismo
tiempo: amor y mar (o viceversa), dos
conceptos que simbolizan
lo infinito e inabarcable, la pasión y
la agonía, también
son una alegoría de la elevación
espiritual y esa dulce aspiración,
tan humana, de tranquila felicidad
mientras soñamos
despiertos.
Mar y amor constituyen de este modo dos
substancias
que se funden en una para conformar un
manifiesto de
lo que debe ser la poesía, la pasión y
la vida. Se convierten
así en retratos de lo que es nuestro
cambiante planeta y de
los sentimientos que alberga nuestro
corazón.
Para crear esa etérea y vívida
atmósfera, utiliza Juan R.
Mena dos recursos. El primero es la
apasionada búsqueda
de un lenguaje literario de altura:
hablo de la metáfora inno-
vadora y de la imagen provocadora y
luminosa. Lo consigue
con unos textos sublimes, que consiguen
enfrentar intelecto
y sentimientos, paráfrasis de lo que es
la existencia humana.
El otro recurso es la métrica, de la
que el autor es
estudioso y maestro. Nada hay en el
poemario que suene
a improvisación. Huye deliberadamente
de esa dictadura
del verso libre –rara vez lo utiliza–
que tanto está empobreciendo
la poesía actual. Son muchos los tipos
de versos
que utiliza, desde el endecasílabo y el
alejandrino hasta un
verso de veintidós sílabas, y algunas
más –no es verso libre,
no, juega con heptasílabos hasta
conseguir ritmo y musicalidad–,
con ello busca la construcción de
inmensas realidades
poéticas, como esos mares y amores que
trata de delimitar y
definir. El lector queda así
impresionado, suspendido entre
el propio escenario en el que vive y
esa otra imagen lírica
que emerge ante su intelecto para
zarandearlo y abrirle los
ojos.
Cuando lo hace se encuentra ante una
visión distinta
del mundo y de las cambiantes formas
que lo delimitan,
como lo volátil del amor y del perfil
de las olas.
De dos maneras nos presenta Juan el
mar. Una es
cuando lo denomina “el mar”, en
masculino. Sus olas y bramidos
resuenan en los oídos del lector para
romper su sosiego,
nos presenta entonces a un inmenso
océano, que se erige en
una latente amenaza, como todo lo que
nos supera y nos es
desconocido. Nos habla entonces de lo
insondable e inabarcable.
Distinto es cuando escribe de “la mar”,
se refiere ahora
a esas otras aguas en las que se bañaba
cuando era un niño,
a esa playa en la que soñaba ser
escritor mientras paseaba.
Es ese mar femenino, dulce y sereno,
casi maternal, alegoría
del camino por el que transitar
arrobado por el vuelo de las
gaviotas y la belleza de un atardecer.
Igual pasa con el amor,
torrencial unas veces, pero bucólico y
dulce cuando mece a
los enamorados con la música de la
felicidad. El autor desnuda
los sentimientos humanos para
mostrarnos todo un
catálogo de lo que es el enamoramiento
y la pasión erótica,
que es su culmen.
Significativa es también la forma con
la que enaltece el
mar y el amor, mientras que el amor
está descrito utilizando
esencialmente el soneto, con su
estructura tan definida y
su rima tan musical; para representar
el mar utiliza el verso
largo, que envuelve el concepto como si
fuese la espuma
de las olas al romper contra un
acantilado. Una variante de
estilo la constituyen los poemas
vanguardistas, en los que el
autor juega con letras y palabras hasta
conseguir expresar a
través de la forma la inestabilidad del
mar y el susurrar del
viento. En el fondo, lo que subyace en
toda la obra es un
diálogo entre el mar, el amado y la
amada, capaces entre los
tres de crear una atmósfera lírica que
estremece y enerva los
sentidos al mismo tiempo.
Leer a Juan R. Mena siempre es un
deleite, en este caso
también es un aprendizaje de lo que es
la forma poética y de
cómo jugar con las palabras para crear
emociones capaces
de sorprendernos y estremecernos.
Ramón Luque
Sánchez
Para la
presentación el 19 de abril de 2018 en el Centro de Congresos de San Fernando (Cádiz) de DEL ESPLENDENTE MAR, DEL
PERSEGUIDO AMOR, editado por
Editorial Dalya
El libro no es solamente un conjunto
de poemas sino que va en ellos la historia de un amor más latente que patente,
más oculto que manifiesto y que tiene un fin dramático con el adiós inevitable.
Como en todos los poemarios amorosos, el tema es un pretexto para crear un
ambiente topográfico, más o menos idealizado,
y expresar unos sentimientos que han de recurrir al estilo velado y
sugerente, para que la verdadera protagonista sea la poesía.
Se combinan las formas clásicas,
como es el soneto, y las estructuras abiertas con mezcla de algún verso libre
para expresar la voluntad de romper con la realidad encorsetadora de la
libertad.
JUAN RAFAEL MENA
CLAVES PARA
INTERPETAR DEL ESPLENDENTE MAR,
DEL
PERSEGUIDO AMOR.
El libro contempla la ficción dramática de la
amada, el amante y el mar.
Empieza con la admiración por el cuerpo de la amada (como si fuera una Venus que sale
de una concha del mar, como en el cuadro de Boticelli, pág. 13), sigue con la
conquista (pág. 14), se mantiene en un tira y afloja con la rivalidad del mar (págs. 54 y 82) y acaba con un adiós y la
nostalgia de la lejanía de la amada por parte del amante ( pág.104).
Se ha de comprender que se trata de una
historia imaginaria en la que el amante tiene celos del mar, ya que la amada
está cerca de él y se mete en sus aguas a gusto olvidándose del amante que la
está contemplando enamorado entre el celo y el elogio.
Hay poemas en los que se descubre este
triángulo amoroso, poemas en los que el amante sufre, vacila, tiene miedo de
perder a la amada, y otros poemas en los que el amante exalta la potencia del
mar; entonces puede aparecer como la mar; es decir, como escenario inevitable
para que discurra la acción poética y el argumento, que lleva a una frustración
al final, sea un pretexto para la creación de símiles y metáforas. Es, pues, el
amante el reportero del drama al que asiste él mismo como si fuese un personaje
que está fuera del trío que desaparece al final, quedando sólo la angustia del
amante, que confirma su amor a la amada en la forzada lejanía y en la
inevitable separación.
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