Editorial Dalya, 2018
LA MEMORIA DESANDADA
PRÓLOGO
Nombrar a Juan Rafael Mena Coello es nombrar a La
Isla, porque es inseparable de la esquina del Gordo, de las
araucarias y de la Casa
de la Cultura,
donde hizo realidad su sueño de estar, de vivir entre libros. Su imagen aún
sale al patio de aquel antiguo Colegio de los Moros, durante una tarde cansina
del mes de mayo en la que había que imponer silencio descargando purgas
impacientes y sonoras por la sala. En ese patio Juan Mena, como lo conocemos,
miraba alrededor para luego detenerse un momento y subir la vista por aquellas
paredes que apuntalaban el cielo. En aquel reducto parecía buscar la metáfora
extraviada, escondida entre los jirones de verdín de la solería de ladrillos o
enganchada al silbo cálido del levante. Luego entraba para seguir con su
trabajo. Tal vez no era consciente de que empezaba una trayectoria que iba
iluminando con versos correctamente medidos y acentuados, con un lenguaje
rigurosamente revisado para escoger la voz justa que le hiciera huir de clichés
y estereotipos.
En las obras de Juan Mena encontramos al poeta
interior, el que ha ido afianzando su mundo definiéndolo, distinguiéndolo por
lo exclusivamente personal.
Con la palabra ha ido comunicando las reflexiones de su
comunión con la soledad, con el
aislamiento donde ha sido conversador y oyente de sí mismo, reflexiones que se
agrupan en casi medio centenar de títulos.
Pocas trayectorias hay en La Isla tan consolidadas como la
de Juan Mena. Más de cincuenta años la avalan, iniciada con los Novísimos por
contemporaneidad, aquella generación de
poetas jóvenes nacidos tras la guerra civil y de los que se desliga para seguir
la línea de la que ellos se apartaron, el realismo, muy apreciable en su obra.
El lenguaje, por tanto no es suntuoso sino tan sencillo que página a página va
mostrando una fotografía que el lector capta para profundizar en ella,
procedimiento imperceptible e inseparable. En este trabajo el poeta recurre a
la prosa, estilo que domina con soltura como sabemos por otros títulos
presentados con anterioridad, estilo que no propicia un alejamiento de la
lírica, sino todo lo contrario.
LA MEMORIA
DESANDADA es el pasado de La Isla retratado en un conjunto
de relatos literarios vistos desde las ilusiones de un aspirante a poeta, testigo
de unas historias inscritas en la posguerra, la época en la que le tocó crecer
y formarse como ciudadano en una sociedad sujeta a los convencionalismos. Por
ello, tanto el personaje como el narrador desandan la memoria para encontrarse
con aquellos tiempos idos que tanto lo marcaron. Es por lo que la narración
discurre entre la primera y tercera persona, diferenciando la mirada del
personaje, Cántigo, como la proyección de sí mismo, y la mirada del narrador
como observador de la historia que se cuenta en cada uno de estos relatos.
Historias narradas con esbozos que se apoyan en descripciones breves,
contundentes y plásticas que cautivan al lector por los detalles, mientras la
trama discurre por un ambiente frecuente, cotidiano, real y particular, apreciándose
el duelo fascinante que se entabla entre lo lírico y lo narrativo.
Es el resultado del esfuerzo, de la búsqueda y del
encuentro del camino por la lírica que el narrador comenzó en su juventud,
donde rutilaba la lectura que llenaba su aislamiento, un lugar donde vivía lo
que luego se transformó en amor por la literatura, amor que el narrador pudo
canalizar, describir y transmitir hecho lenguaje y símbolos que explicaban su
propio destino.
En LA MEMORIA DESANDADA se aúnan la concepción y las
reflexiones de una época que no la tiñe el color del olvido, porque sigue viva
por los que estuvieron, por el dolor de no tenerlos, el dolor sordo y latente
de la ausencia. Es, por tanto, un gesto de valentía ir al encuentro del yo que
nació alumbrado por las palabras, el yo real y comprometido que fue encarando
la realidad a medida que crecía, cuando descubrió que escribir le salvaba de la
frustración, del desengaño, de la desilusión, de esos momentos puntuales que
conforman la vida, que propician una vuelta atrás para poder seguir hacia
delante.
Leer un libro de Juan Mena es encontrarse con la
poética, con el rigor al trabajarla, comparable al esmero de un orfebre.
Pertenece a ese grupo de autores a los que una vez conocidos siempre se vuelve,
cuyos libros se disfrutan en la mano, apreciando el olor agrio del papel al
abrirlos. Libros que envejecen ocupando su lugar en la mesa de noche.
Adelaida Bordés Benítez
Párrafo para la contraportada.
LA MEMORIA
DESANDADA es el pasado de La Isla retratado en un conjunto
de relatos literarios vistos desde las ilusiones de un aspirante a poeta,
Cántigo, testigo de unas historias inscritas en la posguerra, la época en la
que le tocó crecer y formarse como ciudadano en una sociedad sujeta a los
convencionalismos. Por ello, tanto el personaje como el narrador desandan la
memoria para encontrarse con aquellos tiempos idos que tanto lo marcaron con
gentes y lugares que reviven en estas páginas.
Adelaida Bordés Benítez
Presentación
1.-
Las primicias del reino (o el ambiente idóneo para una galvanización
conformista).
2.-
El mambo (o el lento indicio de apertura a nuevos tiempos).
3.-
Echar medios días (o el sobrevivir de una madre soltera que renuncia a lo que
pudo ser una historia de amor).
4.-
Bien vestido, bien hablado y de buena educación (o la crítica al patrón de
individuo en una determinada ciudad).
5.-
Una partida de cartas (o la ignorancia de una juventud en el abandono de la
educación y la cultura).
6.-
La cruz de mayo (o el olvido de las rencillas vecinales por un día de fiesta en
el patio).
7.-
Agustina del fogón (o el heroísmo inconsciente de la mujer cuando la empuja el
amor).
8.-
El guateque (o, por contraste, la llamada de la musa en ciernes en medio de una
fiesta de amigos).
9.-
El fulgor que ciega (o la precaución de no evadirse fuera de la realidad por el
ático de la imaginación).
10.- En
el bar de junto (o dos maneras de entender las desgracias familiares).
11.-
Cántigo la creatura (o la inconsciencia de un talento que se solaza en lo
sensorial).
12.-
El cierro (o la crítica clasista).
13.-
En la barbería del maestro Jezule (o el miedo a hablar de política).
14.-
Entre la tierra y el cielo (o entre la utopía y el realismo de sobrevivir).
15.-
Nando Islitis (o el chauvinismo localista).
16.-
El islote de los libros (o el refugio en la cultura ante un medio hostil).
17.-
El cartapacio ingenuo (o el desaliento como falta de imaginación).
18.-
Cartitas de amor no recomendables para mandar (o el miedo a hacer el ridículo
con la cortesía para comunicar amor).
19.-Quieroynopuedo,
una ironía del destino (o la deformación mental del pueblo, que mitifica
lo mismo que degrada).
20.-
El vale de Cáritas (o la jactancia del proteccionismo).
21.-
La alberca (o la inocencia en la falta de visión del porvenir).
22.-
Instinto, arte, dinero (o los preparativos para la guerra diaria).
23.- Callejón de San Francisco (o la pobreza resignada y agradecida).
24.-
Discretísimo cierro (o la religiosidad que dulcifica lo rutinario).
25.-
Hambre metafísica (o la desorientación en el mundo de lo trascendente).
26.-
Marta y María (o las sorpresas de la Providencia).
27.- La luz cuadriculada
sobre el patio (o una luz para la Transición).
28.-
La saga de los Lunares (o el orgullo providencialista de un conservador).
La memoria desandada es un conjunto de relatos en los que se narra la vida del autor desde su
adolescencia a la madurez junto con otros relatos en los que él no es
protagonista sino testigo, de manera que en su totalidad, la Isla de San Fernando y sus
perfiles de otros tiempos ya idos reaparecen redivivos en la mirada
retrospectiva de la memoria.
RESEÑA DE MERCEDES DEL
PILAR GIL SÁNCHEZ
Título: La memoria
desandada
Autor: Juan Rafael Mena
“La memoria
desandada” es un libro de relatos que en ocasiones, al propio ritmo que suele
dictar el recuerdo, va desandando el vagar de Cántigo, un ser dotado de una
naturaleza especial, con un exquisito gusto por la poesía, la literatura y la
palabra, y que nos va retornando capítulo a capítulo sus andanzas por una Isla
que ofrece escasas oportunidades para quien nace en un barrio de gentes con
escasos recursos; gentes dedicadas a la pesca, o extraer la sal de las salinas.
Cántigo es diferente, ya que sus inquietudes van en dirección opuesta. Él
necesita de los libros, la letra, y la encuentra en todo lo que está a su
alcance; al principio en los tebeos, que son los inicios de lectura y cultura
al alcance de los más pequeños.
Juan Rafael Mena,
utiliza para este libro un lenguaje afable, sencillo, comunicativo; sin
estridencias, para que cualquier lector se sienta a gusto con su literatura,
sin poder abstraerse en ocasiones, a su alma poética, que sobresale de sus
letras como brotes de hierba en primavera; de forma inevitable; sí, pero
sencillamente, como corresponde a un comunicador de la categoría de un gran
hombre que en su vida cotidiana, trata con el máximo cariño y respeto a todos
cuantos se acercan a recibir su consejo, o a participar de su tertulia literaria
“Río Arillo”.
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